Usábamos los meses del año como apodos. Doce atracadores, doce pasamontañas, doce meses.
Todo
estaba medido: entrada enérgica, disparos al aire, vigilante reducido, todo el
mundo al suelo. Un guion mil veces repetido.
Julio,
Agosto, Septiembre y Octubre vigilábamos las ventanas. Noviembre y Diciembre,
la puerta. Febrero y Marzo cogían al director y se iban con él a abrir la caja
fuerte. Enero, el jefe, les acompañaba; antes gritaba: «¡Abril, Mayo, Junio, al
que se mueva le pegáis un tiro!».
Abril,
Mayo y Junio eran tres tipos fornidos, tatuados y muy violentos, pero yo no podía
dejar de ver a las tres pizpiretas sobrinitas de Daisy, la novia del Pato Donald.

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