miércoles, 9 de julio de 2025

CURAS Y MONJAS

 No sé si se han fijado, pero cada vez se ven más curas por la calle. Curas de uniforme, quiero decir, con sotana o, al menos, con alzacuellos y camisa gris. De clergyman, como se decía antes. Por cierto, un traje elegante y resultón si tienes buena percha; y si eres cura, claro.

De particular debe de haber más, pero a ver quién los distingue. Antes era más fácil. En la época de los curas obreros iban todos con vaqueros de tergal, camisa de cuadritos y jersey marrón de cuello de pico… Bueno, en realidad muchos progres de la época iban también así. Las izquierdas no fueron un modelo de elegancia durante la transición, todo hay que decirlo. Los comunistas no; los comunistas llevaban corbata y traje ancho, como para esconder la Tokarev; los comunistas siempre han sido muy serios para esas cosas.

Estoy convencido de que entre algunos curas hay un movimiento reivindicativo, de orgullo curil, un soy cura, ¿y qué? También puede ser que cada vez haya menos y que los que queden sean los más convencidos. Y los más chulos. Y los más vendedores. Me explico. Al lado de mi trabajo hay una iglesia. El sacerdote que la regenta (¿se dice así?; yo diría que no) me saluda cuando nos cruzamos (no nos conocemos de nada; yo le distingo por el alzacuello) con una mezcla de, ya lo hemos dicho, soy cura y qué, con por qué no vienes a la casa de Dios que es también la tuya y ya verás qué bien nos lo pasamos que me produce escalofríos. Estoy convencido que se refiere a un disfrute puramente espiritual, pero, qué quieren que les diga, a estas alturas uno no está para que le seduzcan con caramelos místicos.

Por otra parte, qué me dicen de las monjas vestidas con la indumentaria propia de su condición. Y con los colores propios de su orden, claro; digo colores, aunque, en realidad, se trata de una paleta bastante breve: negro, blanco, gris o marrón. Mi madre era capaz de distinguir si eran carmelitas o franciscanas o benedictinas…; y eso que no era nada beata. Debía de ser consecuencia de su formación en un colegio religioso. Aunque, pensándolo bien, era un colegio religioso raro, el de las madres irlandesas; siempre las he imaginado bebiendo pintas de Guinness y escuchando blues. Tal vez por eso me caían simpáticas: sor Van Morrison. O sor Leopold Bloom. Ir al colegio debía de ser un continuo Bloomsday.

Se ven más monjas, decía. Muchas son latinoamericanas, jóvenes y vestidas de blanco, muy tropicales. Yo creo que ahí hay un poco de revancha: ¿no nos evangelizasteis a nosotros? Pues toma evangelización de vuelta. Donde las dan las toman: es el mercado de la fe, amigo.

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